En sociedades plurales, complejas y diversas como las que vivimos ha sido necesario construir un andamiaje que aglutine todos los enfoques y formas de interpretar y vivir la realidad. En la transición desde los modelos monolíticos y rígidos del pasado hacia formatos más flexibles, transversales e inclusivos se ha generado toda una cultura de compromiso cívico que ha pretendido favorecer la convivencia desde la diferencia. Adela Cortina es una de las artífices cercanas en el diseño y socialización de este modelo cívico de consenso y de encuentro compartido desde cosmovisiones enfrentadas. Aunque su mayor inspiración proviene de Kant, sus palabras se encuentran ancladas en las teorías de Habermas, Rawls o Apel, en las que ha basado su pensamiento y actividad.
Hasta hace bien poco, hemos vivido en sociedades paternalistas, sometidas a unas normas morales muy restrictivas, que aunque aceptadas por algunos, se buscaba que fueran asumidas por todos. Sociedades en las que la autonomía individual era denostada y engullida por una autoridad, política o religiosa, que decretaba para el conjunto lo que estaba bien y lo que estaba mal.
Pero desde este control que se ejercía sobre los comportamientos de la moral individual hemos evolucionado hacia un pluralismo que ha exaltado los criterios y actitudes personales hasta el punto de correr el riesgo de resquebrajar la cohesión social. Unos valores que se inclinan cada vez más hacia un individualismo que mira al ombligo del que lo práctica pero se olvida de la sociedad en la que vive. Colectivos repletos de personas individualistas dan como resultado sociedades, efectivamente muy plurales, pero en las que nadie se preocupa por el bienestar del otro, aunque sea víctima de algún tipo de injusticia.
Para la catedrática de ética, el evidente pluralismo actual requiere de unos mínimos morales que sean compartidos por todos. Como acostumbra a repetir en los foros en los que participa, estos mínimos deben estar sustentados en unos valores que nos permitan ser felices y a la vez contribuir al bien común a través de la justicia. Esta es una responsabilidad individual pero también puede trasladarse a la que asumen instituciones públicas y privadas. En vez de Estado de Bienestar, Adela Cortina prefiere decantarse por la necesidad de cimentar el Estado de Justicia.
El instrumento para llegar a ese acuerdo social que ponga encima la mesa los puntos concordantes de cada una de las tradiciones religiosas e ideológicas es el diálogo. Una conversación basada en la libertad de sus interlocutores, a través de un tratamiento igualitario de cada una de las posturas que suponga un reconocimiento simétrico y horizontal de las pretensiones de cada uno. Lo que filosóficamente se ha descrito como moral dialógica abre las puertas a una negociación dialéctica en la que todas las posturas parten de una misma consideración.
Queda para otro post profundizar en el papel que juega la comunicación como elemento de aproximación entre las diferentes sensibilidades que se disputan la supremacía del relato dominante en nuestras sociedades. La comunicación como eje vertebrador, a través del diálogo, de los intereses contrapuestos de las éticas de máximos, de los grandes sistemas de valores que llevan la voz cantante de nuestro tiempo. La comunicación como canalizadora de las múltiples expresiones desde las que respira la ciudadanía a través de sus demandas sociales. Este blog tiene mucho que ver con esta interpretación de la comunicación como un instrumento de encuentro que posee la ciudadanía para generar el cambio.
La filósofa Adela Cortina fue investida la pasada semana Doctora Honoris Causa por la Universidad de Deusto en un emotivo acto que contó con el cariño y el reconocimiento de toda la comunidad universitaria. La profesora valenciana recordó en su lectio magistralis “Economía ética para un tiempo nuevo” el afecto y cercanía que siente hacia el profesorado de esta universidad, y especialmente a algunos departamentos y personas con las que ha compartido diversas tareas docentes e investigadoras en los últimos años. Adela Cortina es también directora de la Fundación ETNOR para la Ética de los Negocios y las Organizaciones en la que ha desarrollado un interesante papel de asesoría a organizaciones de todo tipo en la promoción y formación de valores éticos. La aportación social de esta universitaria en los últimos años ha sido grande para la construcción de una convivencia que no por complicada resulta menos necesaria.
Muy interesante tema, gracias