Robert Greene II (vientosur.info)
El asesinato de Martin Luther King, el 4 de abril de 1968, dejó un vacío en la izquierda estadounidense que nunca volvió a llenarse. La claridad moral que aportó a los debates sobre la guerra, la pobreza y el racismo rampante en la sociedad ha sido subsumida, en los últimos cincuenta años, por una derecha revanchista y una izquierda tímida que propone pequeñas soluciones a grandes problemas.
El triple mal contra el que advirtió King –el militarismo, la grave desigualdad económica y el supremacismo blanco– se ha consolidado de alguna manera en las cinco décadas transcurridas desde su muerte. Ningún dirigente político de EE UU puede decir, cincuenta años después, que el país ha abordado debidamente las cuestiones a las que King dedicó la mayor parte de su vida adulta. Mientras, la izquierda se las ve y se las desea para hacer valer los argumentos que formuló King, o actualizarlos para el siglo XXI. Pero King sigue siendo importante para la gente de izquierdas, pues sus causas han sido las nuestras durante tanto tiempo.
La propuesta de dedicar un día festivo a King, a finales de la década de 1970 y comienzos de la de 1980, era importante por dos razones. En primer lugar, obligaba a la ciudadanía estadounidense a reconocer el papel desempeñado por King y el movimiento por los derechos civiles en la reconfiguración para mejor de la sociedad moderna. Después de 1968, el auge de la estrategia sudista de Richard Nixon y de la nueva derecha –que propulsó a Ronald Reagan […]
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