Rubén Vivar (eldiario.es)
En el año 2010, millones de personas situaron por primera vez en el mapa a Haití. Durante un tiempo, las televisiones no dejaron de emitir imágenes de este pequeño país sudamericano, de apenas 10 millones de habitantes, después de que un terrible terremoto acabara con la vida de 316.000 personas, hiriera a otras 350.000 y más de 1,5 millones se quedara sin hogar. El desastre natural no fue más que la puntilla para una región que históricamente ha tenido que sobrevivir con una escasez que se ha visto agudizada e
n estos últimos años pese a la ayuda internacional. Sin contar con el continente africano, Haití es el país más pobre de América y el segundo del mundo tras Afganistán, según el Índice de Pobreza Humana de la ONU.
«No es que estén desnutridos, es que se mueren de hambre», explican Silvia Castro y María García, dos enfermeras cántabras que acaban de llegar de la isla tras permanecer un mes como cooperantes de la ONG ‘Aytimoun Yo’ gracias al apoyo y la colaboración económica del Gobierno de Cantabria y el Colegio de Enfermería. Durante más de una hora de conversación en la que cuentan a eldiario.es su experiencia, hay dos términos que se repiten constantemente: hambre y corrupción. En ese tiempo tratan de describir lo que han visto con sus ojos pero las palabras se quedan cortas para dibujar un escenario que incluso las imágenes difícilmente son capaces de captar.
«Tienen un déficit de minerales tan grande que les lleva a hacer con la tierra y el barro una especie de galletas que secan al sol y luego se comen»
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