La placidez con la que descansan estos dos pequeños haitianos en un campo de refugiados días después del terremoto que sacudió su tierra contrasta con la situación dramática en la que quedó el país más pobre de Latinoamérica. Niño y niña, mirándose el uno al otro, duermen en ese instante ajenos al sufrimiento de familiares y vecinos, aunque seguramente vivirán toda su vida marcados por esta tragedia de la que el pueblo todavía no se ha recuperado.
Hace seis años exactos, el 12 de enero de 2010, se producía una de las catástrofes humanitarias más graves que ha sufrido América. Un terremoto de magnitud 7.0 en la escala de Richter sacudía, sobre todo la capital de Haití, Puerto Príncipe. Tras el seísmo las autoridades hablaron de más de 150.000 fallecidos y un millón y medio las personas que se quedaron sin hogar. Los medios de comunicación poseen la fatal inercia de olvidar acontecimientos, catástrofes e injusticias de forma brusca y arrinconarlos entre las efemérides de las jornada a modo de anecdotario irrelevante. Las agendas de nuestro tiempo circulan a demasiada velocidad y potencian una amnesia a veces cruel.
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