Andy Costa es un activista marfileño que ha copado algunas de las imágenes más vistas de la cumbre del clima de la ONU que se ha desarrollado en Sharm el Seij (Egipto) en las últimas semanas. El casco de bici verde fosforito que ha portado durante todas las sesiones lo ha convertido en el protagonista secundario más conocido. Con ese complemento llama la atención y reclama, delante de líderes políticos o de otros activistas climáticos, el importante papel que puede tener el uso de la bicicleta en el continente africano.
En apenas tres semanas estamos viviendo varios acontecimientos globales que van a marcar el futuro -o quizás no tanto- de nuestro planeta renqueante y dolorido. La COP27 en Egipto, la cumbre del G-20 en Bali o la Copa del Mundo de Fútbol de Catar se han solapado de forma vertiginosa en la agenda internacional de final de año, poniendo de relieve algunas de las contradicciones con las que carga la Humanidad. Mientras tanto, el mundo contempla entre asustado y pasivo, lo que está sucediendo en Ucrania, en Irán o en Twitter. No es lo mismo, es verdad, pero todas estas situaciones nos trasladan al acelerado ritmo al que nos hemos subido todos hace algún tiempo y que a muchos nos tiene confundidos y preocupados.
¿Cómo llamar la atención ante tal avalancha de eventos planetarios? ¿Y qué sentido tiene una reclamación, a primera vista, tan débil? ¿Sirve para cambiar algo? A veces, la comunicación se basa en pequeñas acciones que rompen el escaparate mediático y de las redes en pocos minutos. Andy Costa, miembro de la fundación My Dream for Africa, habla del casco de bici que porta y que incluye en las fotografías de todos sus perfiles sociales, como un elemento primordial de su marca personal.
Pero el problema radica en quedarnos en estos gestos, necesarios y chocantes, y no trascender más allá de la mera comunicación de símbolos y destellos momentáneos. Porque no se fijan en el razonamiento profundo y sólo sirven para untar levemente la epidermis de nuestro pensamiento. Porque se quedan en la anécdota graciosa como parte de un escaparte multicolor y diverso. Porque nuestro dedo pasa con rapidez sobre estas imágenes con la ansiedad de encontrar algo más excitante en el infinito y vertiginoso scroll de la realidad para no cambiar nada.
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