Iñaki Alegría (elpais.com)
No pretendo dar una lección a nadie, al contrario; la redacción de este artículo nace de mis propios errores y prejuicios, así que me gustaría compartirlo para que no cometáis los mismos que yo. Hace más de siete años llegué a Etiopía por primera vez. Lo hice con un corazón dispuesto a ayudar y salvar el mundo, con una mente llena de desconocimiento, una mochila cargada de prejuicios y verdades a medias. Durante esos años viviendo en este país del cuerno de África, y con estancias también en Honduras, Senegal y Angola, he aprendido lo equivocado que estaba.
Llega el calor, con ello el verano, las vacaciones y el auge del espíritu de ayudar, cooperar… Está de moda la solidaridad y esto es bueno si se hace bien, pero puede perjudicar mucho en caso contrario. Uno de los principales problemas es que demasiadas veces damos la imagen de blanco-bueno-busca-negro-pobre de la que ya hace años nos advirtió Gustau Nerín con su libro homónimo. Debemos evitar el postureo, el volunturismo, y para ello te recomiendo ir sin cámara de fotos y sin móvil, ser capaz de no tomarte ni una foto. Es la mejor manera de no caer en el vicio de colgarla en las redes.
No es ir a tener una experiencia, es ir a trabajar. Y para ello, no todo vale. Lo mismo que exigimos en cualquier trabajo y voluntariado en España —formación, compromiso, valores, responsabilidad, ética, moral…— debemos exigirlo en los otros países. No por disponer de menos recursos debemos […]
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