El pasado 22 de marzo la publicación Current Biology daba a conocer el génoma humano completo del genial compositor alemán Ludwig van Beethoven. En ella confimaban, a través del estudio de algunos cabellos del músico, su predisposición a enfermedades como la cirrosis, pero negaban la relación de su genoma con la sordera o los problemas intestinales que sufrió hasta el final de sus días. La misma investigación también llegaba a la conclusión de que en las distintas generaciones previas a Beethoven tuvo que existir alguna paternidad extramatrimonial con descendencia, porque en sus descendientes no coinciden todos los genes de forma calcada.
Una de las reclamaciones más repetidas en nuestros días es el derecho al olvido digital de nosotros, los vivos. El derecho a que nuestro pasado on line no manche nuestra presente reputación. El derecho a que nuestro pasado oscuro no perjudique nuestra actual búsqueda de empleo, las condiciones de una póliza de seguro, o de una hipoteca. El derecho a que nuestros antecedentes penales, si los hubiera, no impidan reiniciar una nueva vida plena y con todas las oportunidades intactas y las puertas abiertas.
Cada vez que escucho que se revisan las obras de un autor literario para adaptarlas a nuestros días y borrar sus fragmentos más políticamente incorrectos, como recientemente ha sucedido con Agatha Christie o Roald Dahl, discrepo notablemente. Esas obras se escribieron en un contexto, con unas costumbres y unas carencias, y representan lo que su época era y vivía. Son una fotografía de su tiempo, y tratar de modificarlas es desnaturalizarlas en esencia y desdibujar la propiedad moral de los autores sobre sus obras.
Tutankamón, Beethoven, Marilyn Monroe, Elvis Presley… De todos ellos se investiga, de todos ellos se ahonda en sus desgraciadas vidas… Desde estas líneas reclamo el derecho al olvido de los muertos. En primer lugar, con la intención de defender la dignidad con la que vivieron y nos dejaron. Un derecho al honor de los que ya no pueden defenderse. Una reputación que puede estar en peligro si seguimos escudriñando, no se sabe bien con qué motivos, si no por puro morbo, en los más nimios detalles de sus datos biológicos y personales. El retorno al pasado de ciertos personajes, si no está justificado por razones históricas que nos pueden llevar a otros acontecimientos de calado, puede ser vano y hacernos caer en un sensacionalismo frívolo.
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