Luis Alfonso Mena S. (rebelion.org)
Un hecho inesperado despertó el miércoles 28 de abril de 2021 las colinas del occidente de la urbe, poblado por condominios de estratos altos a lo largo de la Avenida Circunvalar y lugar de barrios antiguos como San Antonio y El Peñón.
Desde temprano, integrantes de la comunidad Misak estaban ya en el mirador donde por años permaneció la estatua de un homicida que señalaba al océano Pacífico con su mano derecha y de quien en los libros de la historia oficial se afirma que fue el fundador, en 1536, de la ciudad de Cali.
Sin aspavientos, con la sencillez de los hombres y las mujeres originarios que ya lo habían sometido a un proceso decolonial necesario y sentenciado al ostracismo espacial como castigo, procedieron a derribar la estatua de Sebastián de Belalcázar.
El juicio había tenido ocurrencia siete meses atrás en Popayán, cuando el 20 de septiembre de 2020 se le condenó por genocidio, despojo y acaparamiento de tierras y violación de mujeres, en los caminos que recorrió desde Quitó hasta el Valle.
Fue un acto de justicia histórica breve, pero demoledor y contundente; fue un momento de plenitud de la convicción indígena que sancionaba al depredador de las comunidades ancestrales que había pasado casi indemne por el discurrir de los […]
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