Sobre todo, después de la crisis que se inició en 2008, varias organizaciones se reúnen para denunciar el papel que tienen distintas entidades bancarias en la financiación de la industria militar. El Centro de Estudios por la Paz JM Delàs, Setem, RETS, Justícia i Pau y el Observatorio de la Deuda en la Globalización (ODG) son los promotores de Banca Armada. Las entidades impulsoras estaban organizadas en iniciativas específicas destinadas a la denuncia de las inversiones de tres entidades financieras concretas: BBVA sin Armas, Banco Santander sin Armas y Caixabank sin Armas.
Esta iniciativa se preocupa de informar y sensibilizar a la sociedad y a los accionistas de las instituciones bancarias para que exijan a sus bancos un cambio de políticas que implique la finalización de toda relación con empresas socialmente irresponsables que componen y fomentan la industria militar.
Se han identificado cinco formas de financiar a la industria de las armas: La participación accionarial, la financiación de las exportaciones, la emisión de bonos y pagarés, los fondos de inversión y la concesión de créditos y préstamos a las empresas de armas.
Lo importante es que todo banco considerado armado no es ético y debería ser rechazado como una opción para las personas con conciencia a favor de la paz y los derechos humanos. De este modo, la única alternativa a la banca armada es la banca ética, porque se compromete de forma integral a respetar unos principios que aseguran que no se ayudará financieramente a actividades que lesionen la dignidad humana y que vulneren los derechos humanos, como ocurre con el negocio de las armas.
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