Este señor es Carlos San Juan. Un pensionista valenciano de 78 años que ha concitado la sorprendente atracción de la actualidad durante las últimas semanas. Su lema: “No soy idiota. Soy mayor”. Tan sencillo y directo como rotundo. Tan explícito como real. Su propuesta en change.org cosechó 140.000 firmas en pocas horas y hoy alcanza ya las XXXX , siendo una de las más apoyadas en la plataforma. La iniciativa es un nuevo ejemplo de movilización social y de reclamación nacida de la ciudadanía.
Las personas mayores son uno de los colectivos que más está sufriendo la brecha digital por la irrupción progresiva de las nuevas tecnologías. El gesto supone una llamada de atención a un sector como la banca, últimamente montado en una carrera de desmantelamiento de sus instalaciones físicas en plazas y pueblos. Todo contacto con las entidades queda reducido a interacciones on line a través de dispositivos, y en el mejor de los casos, por medio de los cajeros situados en la calle.
La petición de Carlos insiste en la necesidad de que las entidades bancarias sigan atendiendo a las personas mayores “sin trabas tecnológicas y con más paciencia y humanidad”. Y subraya los beneficios netos que obtienen cada año los bancos, y el volumen de pensionistas que forman parte de su clientela, día tras día. Una vez más surge la pregunta a este dilema: ¿El progreso tecnológico está potenciando o debilitando las relaciones humanas?
El promotor de la iniciativa ha conseguido reunirse hasta ahora con el gobernador del Banco de España, el secretario del Tesoro Público, y ha mantenido una breve conversación con la vicepresidenta económica del gobierno. Con esta petición, se visibiliza una realidad poliédrica que afecta a mayores, a la población de las zonas vaciadas, y a toda aquella parte de la ciudadanía ocultada por una tecnología que abduce casi todo lo que toca. ¡Cuidado!
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