Algunos expertos defienden que los incendios que queman nuestros bosques son parte del ciclo de la regeneración natural porque favorecen y aceleran el renacer de la naturaleza y dan consistencia a los ecosistemas en el futuro. Sin embargo, cuando la mayoría contemplamos el fuego devastando grandes extensiones de bosque y de vegetación baja sufrimos porque con sus cenizas se esfuman grandes dosis de la vida y del oxígeno que puebla nuestro planeta. Según datos aportados por The New York Times, desde el comienzo del verano, algunas regiones árticas han visto como se quemaban más de 2,5 millones de hectáreas. En Alaska, la cifra ascendió a un millón de hectáreas. Y desde 2013 la deforestación en Brasil, principalmente ocasionada por los incendios se ha incrementado de forma exponencial.
La imagen que ilustra este post podría estar datada en cualquier trágico momento y lugar de los últimos años: California, Canarias, Portugal, la Amazonia, África, Galicia, Siberia… En todos estos enclaves las llamas se han llevado la vida de decenas de personas y han arrasado miles de hectáreas en los últimos años. Y sobre todo, cada uno de estos lugares tienen en común que ha sido la mano del ser humano la que ha prendido la mecha de la destrucción y el horror. Los grandes intereses económicos que se encuentran en el subsuelo del terreno calcinado añaden casi siempre más incomprensión al acontecimiento.
Como decía el anuncio, “Cuando un bosque se quema, algo tuyo se quema”. Y es que al contemplar los impresionantes planos aéreos de las grandes extensiones de tierra ennegrecidas por el fuego, o todavía ardiendo, sentimos por dentro una especie de tristeza que resume nuestra impotencia y exterioriza un sentimiento de que se ha perdido mucho en poco tiempo. El fuego incontrolado en la naturaleza genera en nosotros un desasosiego que en multitud de ocasiones se vuelve contra la población y descubre las deficiencias en el cuidado de nuestros ecosistemas y los objetivos cortoplacistas en la gestión del territorio.
Los incendios parecen reiterados toques de atención sobre lo que está por venir, y sobre la gran responsabilidad que tenemos como habitantes de este planeta para evitar nuestra autodesaparición.
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