Algunos nunca han querido reconocer que «Sálvame» ha sido telebasura durante sus catorce años de subsistencia. Otros dicen que ha representado otra forma de entretenimiento y que hacía mucho bien a mucha gente, porque le permitía pasar una buena tarde olvidando problemas y angustias personales. Da igual. Para mí, su desaparición es un alivio, una especie de respiro para una tele generalista en crisis, una operación no intencionada de higiene y salud pública.
Lo que desprendía «Sálvame» rozaba lo rancio, lo cutre y a veces recordaba a las peleas de polígono, donde la gente se envalentona sin escrúpulos con el que tiene al lado, bien cargada de coca o de anfetaminas. Los personajes titulares de «Sálvame» se convirtieron en esperpentos, a veces con aspecto de matones, bien pagados y mal sobreactuados, porque incluso en ese «barro» soez su profesionalidad hacía agua por todos los costados.
El buque insignia de la cadena de Mediaset decretó el cierre del espacio televisivo la pasada semana. Un programa que durante sus casi tres lustros de historia ha recibido decenas de demandas por difamación, calumnias, espiar a famosos, por emitir contenido no apropiado en horario infantil… Un espacio que ha emitido durante este tiempo en una cadena que existe por concesión gubernamental desde 1990, con propósito de servicio público.
La materia prima del espacio han sido los famosos, en su amplia concepción del término, pero la deriva ha ido aumentando hasta perder la esencia y adentrarse en terrenos demasiado turbios y pantanosos. Pero lo que ha predominado en el programa estrella de la tele de Fuencarral ha sido la zafiedad, el lenguaje sucio, los insultos y las prácticas corruptas para mantener el nivel y su propia imagen.
El próximo 16 de junio se oficia el funeral de uno de los mas horribles espectáculos que ha contemplado la televisión durante década y media. Los oficiantes, una empresa de comunicación lastrada por el descenso de audiencia (por debajo del 15%) con marcas de un negocio que ya no es tan rentable como en el pasado. El «circo de la tele» cierra su carpa, seguramente algunos de los payasos que lo protagonizaban serán recolocados en otras bazofias y la gente seguirá modulando sus gustos al compás de nuevos Jorgejavieres que amenizarán espacios y series de la nueva oferta televisiva.
Deja una respuesta