A estas alturas de la pandemia, y cuando parece que empezamos a respirar, sobre todo gracias a la vacunación masiva, esta inmunización no está garantizada en todo el planeta. Mientras los países europeos disfrutan de una vacunación media cercana al 70%, hay lugares del globo que no llegan al 3%. Por ejemplo, en muchos países africanos, la población vacunada ronda el 1% y el 2%.
Como señala el manifiesto de la Campaña Pobreza Cero de Euskadi de este año, «la falta de medios sanitarios, humanos y técnicos en los países más vulnerables ha impedido una respuesta proporcional y adecuada a esta crisis. Mientras los países enriquecidos se han asegurado suministros futuros, el acceso para el resto es incierto. Concretamente, los países enriquecidos, que representan sólo el 13% de la población mundial, han bloqueado al menos la mitad del suministro potencial de vacunas del mundo.»
El Fondo de Acceso a la Tecnología COVID-19 (C-TAP), creado por la OMS para compartir voluntariamente conocimientos, propiedad intelectual y datos, ha sido rechazado por la industria farmacéutica. En su lugar, las empresas siguen firmando acuerdos de licencia secretos y restrictivos. Paralelamente, y en consecuencia, varios estudios vaticinan que habrá países a los que la vacunación masiva llegará en 2023. En esta misma línea, en junio de 2021, People’s Vaccine Alliance reveló que los países de bajos ingresos tardarían años en vacunar completamente a sus poblaciones al ritmo actual.
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