La imagen elegida para ilustrar la última entrada de “la mirilla” desprende humanidad por todos sus costados. Los gritos de angustia pidiendo auxilio. Las palabras de agradecimiento que se repiten en inglés, en francés y en árabe por parte de los rescatados. Los sollozos de los niños más pequeños. Las plegarias en voz alta que reiteran la bondad de Dios. Los rostros de mirada perdida y cansada de aquellas personas que carecen de las fuerzas necesarias para moverse de su sitio en la embarcación. Las lágrimas de algunas mujeres que sostienen en sus brazos a bebés de apenas semanas de vida. Los ojos de incredulidad de un pasajero del bote cuando se le muestra en el mapa la localización real de su embarcación…
Son escenas, sonidos, imágenes, gestos que no consigo olvidar desde ayer por la noche tras presenciar el documental Astral que emitió La Sexta, dentro del espacio “Salvados” que dirige Jordi Évole. Se trata de un nuevo experimento emitido en antena a la vez que se puede visionar en más de cien salas de cine en todo el Estado. Astral es un velero de lujo transformado en barco de rescate en el Mediterráneo tras su cesión temporal por parte de un empresario a la ONG ProActiva Open Arms. La venta de entradas en los cines ha batido todos los records en pocos días y la recaudación se destinará íntegramente a dicha organización.
Seguramente está pensado para emocionar, pero ojalá sirva para no dejarnos indiferentes. Seguramente está incrustado en la parrilla de Atresmedia para generar una publicidad desbordada en un espacio que obtuvo una muy buena cuota de share, pero ha generado una importante reacción en la opinión pública. Seguramente se podía haber presentado en otro formato, pero lo atractivo a los ojos no está reñido con la veracidad.
A pesar de que el documento aborda una temática especialmente sensible, lo hace con una delicadeza y un respeto abrumadores y además tiene la virtud de no regodearse en el morbo en ningún momento. No por conocida resulta menos inquietante, no por reiterada es menos flagrante. La trasera de Europa está viviendo una tragedia humanitaria de incalculables proporciones, pero quizás nunca como ayer nos hemos metido tanto en la piel de los que la sufren.
Eskerrik asko. Es una pena pero necesito reportajes como este.
Yo también. Besarkada