Una mujer yawanawá, en el Estado de Acre en Brasil, nos mira fijamente. Es una de las 300.000 indígenas que pueblan estas tierras, con centenar y medio de grupos étnicos y más de 130 idiomas para comunicarse. La supervivencia de sus pueblos está íntimamente asociada al respeto por su tierra. Pero en las últimas décadas, los incendios provocados para despejar terreno y crear granjas ganaderas y para el cultivo de la soja, o la tala indiscriminada de grandes extensiones de árboles para la obtención de madera están acabando con ese paraíso y pulmón verde del planeta.
Es la primera vez que nos aproximamos a la obra de Sebastião Salgado en esta sección. Pero no lo es, ni por su trayectoria ni por la ausencia de motivos hasta la fecha. Más bien, porque no haber sabido localizar la excusa para reencontrarnos con sus creaciones. Ahora sí. “Amazônia” es una importante exposición que recorre el mundo durante los últimos meses y que han visto casi dos millones de personas hasta la fecha. Ciudadanía de Europa, Estados Unidos Y América Latina han podido experimentar en primera persona un espectáculo grandioso que combina imágenes, música y sonidos de la selva.
Una obra creada y diseñada por el fotógrafo y su esposa, Lélia Wanik Salgado. Ambos realizan un alegato en favor del respeto al planeta y conforman una experiencia única. La muestra se mueve en los habituales parámetros estéticos y de estilo que han convertido al artista brasileño en reconocido mundialmente. Las fotografías son el resultado de siete años de trabajo que comenzaron a inicios de siglo con el Proyecto Terra. Desde entonces, han plantado allí más de tres millones de árboles, que han conseguido devolver a la zona, parte de su ecosistema original.
A la vez que se contempla la obra fotográfica de Salgado, como casi siempre en blanco y negro, se puede escuchar una banda sonora irrepetible que combina la música de Jean Michel Jarre y los sonidos reales captados en la selva. Una composición que ha sido grabada por el Museo de Etnografía de Ginebra. Las doscientas imágenes que exhibe la colección desprenden exuberancia, pureza y nos trasladan con suma facilidad a la selva tropical que el autor vive y siente en sus propias carnes.
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