Sultan al Jaber es la persona que ha presidido la COP28, la cumbre del clima que se ha celebrado este mes de diciembre en Dubai. La reunión anual, supuestamente de gran trascendencia, acoge a representantes de la mayoría de los países del mundo, las grandes transnacionales y las organizaciones involucradas en la lucha contra la crisis climática. Al Jaber, a su vez, es el ministro de industria de los Emiratos Árabes Unidos y el director de su compañía estatal de petróleo y gas, ADNOC.
Resulta difícil de comprender que uno de los diez países más implicados en la producción de combustibles fósiles del mundo se convierta en el anfitrión de una cumbre que busca acabar con este modelo energético. Pero es aún más sorprendente que uno de los dirigentes de este negocio de los petrodólares sea el que conduzca las negociaciones, las orientaciones marco y el acuerdo final resultante. Para algunos, el nombramiento de este magnate como máximo responsable de este encuentro puede resultar una forma de integrar en el espíritu de la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro (1995) a aquellos más alejados. Se suele decir: “si no puedes con tu enemigo, únete a él”.
Pero en este caso, resulta paradójico e inquietante incrustar a un agente boicoteador de uno de los fines de esta reunión –la eliminación de la producción y uso de los combustibles fósiles– en la estructura de la cumbre. Todos nos ponemos de acuerdo para que Al Capone gobierne el despropósito, y así Al Capone nos beneficiará a todos. No hay nada que esconder. Todo se juega con las cartas boca arriba, a la vista del gran público y con la tibieza de la comunidad internacional. Pero el minutero sigue corriendo. El calendario va pasando sus hojas.
La COP28 nació muerta y así lo ha demostrado su informe final. Después de transcurridas muchas de ellas, uno tiene la sensación de que el planeta no tiene remedio, y que los que pueden hacer algo para evitarlo participan de otra verbena. La manía de estas cumbres de hacer tabula rasa y “esconder” en púlpitos a los verdaderos responsables de la crisis climática bajo su control es otra forma de ponerse la venda en los ojos o caminar por la vida como el avestruz. Llevamos dos años batiendo records con temperaturas nunca antes registradas en el planeta. Los mismos que alguno de los países en el top de los mayores productores de petróleo lleva organizando la COP. No nos preocupemos, que la próxima cumbre del clima, la COP29, se celebrará en Azerbaiyán, otro de los miembros de ese selecto club.
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