El pasado 19 de julio un cayuco con más de sesenta migrantes llegaba a las playas de Las Burras, en la localidad de San Bartolomé Tirajana (Gran Canaria). Las escenas de dolor de varias de las personas, tumbadas en la arena, conmocionaron a los numerosos turistas que daban un paseo por la orilla. Cinco de los migrantes tuvieron que ser trasladados a centros hospitalarios en estado crítico. Uno de ellos era una madre que, a penas podía sostener a su bebé por el agotamiento acumulado en el penoso viaje.
La imagen de Borja Suárez (Reuters) que se ha seleccionado en esta ocasión presenta a un hombre exhausto postrado en la arena de la playa, mientras los turistas miran, fotografían y comparten con sus móviles, la desgarradora escena. Los europeos podemos sensibilizarnos a través de las redes sociales, o con los más allegados, lo que vemos y nos impacta. Pero esta composición en dos planos revuelve el estómago y visibiliza la frialdad con la que hemos asumido que esta realidad no va con nosotros, o por lo menos, nos sigue pareciendo pintoresca y de una película muy alejada de nuestras vidas.
Esta imagen representa dos mundos que colisionan cuando se encuentran en el mismo lugar aquellos que emprenden un viaje para sobrevivir y los que lo hacen para descansar y disfrutar de un día de playa al sol. Dos universos marcados por el origen de ambos colectivos, por la nacionalidad de sus padres y por la casualidad innata de haber nacido en el paraíso o en el infierno.
En demasiadas ocasiones esta sección de La Mirilla está protagonizada por este asunto. Una presencia que permite contrastar la visión europea del desarrollo acomodado con la de aquellas personas que persiguen sencillamente una vida digna en medio de la pobreza y el conflicto. Una Europa que contempla la película desde el patio de butacas de un anfiteatro, pero planifica la acción humanitaria de acogida basada en cálculos estratégicos y no en derechos. Sirva esta breve columna de reflexión, una más, sobre la tragedia que sufrimos, aletargados, mientras huimos hacia algún lugar lejano de nuestras preocupaciones.
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