(Artículo publicado en Noticias de Gipuzkoa)
Todavía guarda Kathrine Switzer el dorsal 261 con el que disputó la maratón de Boston aquel tercer lunes de abril de 1967. La atleta alemana fue catalogada como la primera mujer, inscrita con dorsal, en correr y finalizar una maratón. Y ello a pesar de la lamentable escena –en la imagen– que protagonizó uno de los comisarios de la prueba –Jock Semple– al intentar empujarla para que abandonase la competición. Los compañeros que rodeaban a Switzer, y especialmente su novio, lograron defenderla para que ésta llegara a la meta en poco más de 4 horas. Posteriormente, la alemana ganó la maratón de Nueva York en 1974 y quedó segunda en la maratón de Boston de 1975, con una marca de 2 horas y 51 minutos.
Por su iniciativa, por su tesón y por su integridad, la figura de Kathrine Switzer se ha convertido desde entonces en todo un referente del deporte femenino. Las mujeres toman parte, se inscriben y están presentes en el deporte desde hace décadas pero su visibilidad pública y mediática ha sido más bien discreta. Hasta ahora se ha pensado que la espectacularidad que se le pide al desarrollo de la competición, sobre todo cuando va unida a la retransmisión por televisión, era monopolio de los hombres. Pero la ola que quiere borrar la desigualdad de nuestras vidas también ha llegado al deporte. Aunque quedan todavía muchos pasos para hacer añicos el techo de cristal en el deporte y las marcas siguen sirviéndose de la imagen del hombre deportista para sus campañas, el cambio va abriéndose paso poco a poco. En el caso del fútbol, del ciclismo o del baloncesto, la prioridad del mercado –por inversión y fichas– se la siguen llevando los hombres; sin embargo, en los espacios televisivos y radiofónicos las mujeres copan paulatinamente un hueco más amplio del tablero polideportivo. Pero sobre todo, la práctica del deporte amateur ha supuesto un auténtico vuelco en lo que se refiere a la participación femenina en las últimas décadas.
La escena que protagonizó Kathrine Switzer hace más de cincuenta años posee un alto valor simbólico, pero principalmente abrió una brecha que hoy es importante seguir profundizando. Siempre viene bien no olvidar las imágenes de estas mujeres que, por un motivo o por otro, arriesgaron su integridad, en este caso su carrera deportiva, en favor de unos principios que hoy se comparten de forma generalizada. Gracias a los intrépidos pasos de Switzer y de otras muchas mujeres (políticas, científicas o empresarias) hoy podemos hablar de igualdad con mayor peso y cargados de referentes, a pesar de que queda trabajo por delante.
Kathrine Switzer nos visita estos días, invitada por el Club Fortuna y la Universidad de Deusto. En la edición de este año, la Behobia-San Sebastián, que cuenta con una participación del 21% de mujeres, tiene como lema #BehobiaSS eginez aldatu mundua –corriendo la Behobia cambia el mundo– y persigue llegar a 2025 con un 50% de mujeres corredoras. Por su parte, y dentro del ciclo “Pioneras” de DeustoForum, se le va a hacer entrega del Premio Deusto a los Valores en el Deporte.
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